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Quito

Obra drag en capilla de Quito desata polémica entre la Iglesia y el Municipio
Una obra drag presentada en la capilla desacralizada del Museo de la Ciudad generó reclamos de la Iglesia y respuestas del Municipio y colectivos
La puesta en escena realizada en la capilla del Museo de la Ciudad generó un cruce de comunicados entre sectores religiosos, autoridades culturales y colectivos de diversidades.
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Una obra con estética drag presentada el 27 y 29 de noviembre en la capilla desacralizada del Museo de la Ciudad desató una controversia que se movió entre lo religioso, lo cultural y lo patrimonial. El uso del espacio —que dejó de funcionar como templo en 1998— se convirtió en el centro del reclamo.
El tema escaló rápidamente y motivó respuestas de tres frentes: la Arquidiócesis de Quito; la Secretaría de Cultura y la Fundación Museos de la Ciudad; y un colectivo de diversidades.

En un comunicado dirigido a los fieles, la Arquidiócesis expresó su malestar por la utilización de la antigua capilla para una obra de este tipo. Señaló que, pese a que allí no se realizan sacramentos desde hace más de dos décadas, el lugar conserva un profundo valor simbólico y emocional para la comunidad católica.
Para la institución, la presentación “ofende gravemente la sensibilidad y la tradición histórica de la comunidad católica” y constituye un acto “imprudente”, debido a que el espacio, aunque desacralizado, continúa asociado a la memoria religiosa de la ciudad.
El pronunciamiento también pidió a las autoridades municipales “el uso adecuado” de espacios donde se profesó la fe y recordó que el ejercicio de los derechos culturales no debe vulnerar las creencias de otros sectores.
La versión del Municipio: “No es una iglesia; es un espacio cultural”
La Secretaría de Cultura y la Fundación Museos de la Ciudad respondieron con un comunicado conjunto. En él aclararon que la capilla dejó de ser iglesia en 1998 y que, desde entonces, funciona exclusivamente para actividades culturales, cumpliendo protocolos de conservación patrimonial.
Si bien reconocieron que la obra pudo incomodar a parte del público, insistieron en que su responsabilidad es garantizar la coexistencia de todas las expresiones artísticas “sin que ninguna vulnere los derechos de otra”.
Asimismo, recordaron que el espacio ha acogido durante años conciertos, obras teatrales y propuestas contemporáneas sin cuestionamientos previos sobre su uso.
Diversidades: “Cuestionar el uso del espacio es un acto de discriminación”
La Plataforma Nacional de las Diversidades defendió la presentación drag y rechazó lo que calificó como una “arremetida de grupos conservadores y fundamentalistas”.
El colectivo sostuvo que el lugar es un espacio cultural plenamente habilitado para actividades artísticas, críticas y de memoria social desde hace más de dos décadas. Según su postura, cuestionar su uso para este tipo de obras constituye un acto de discriminación hacia personas históricamente marginadas.
Además, advirtieron que la censura a manifestaciones artísticas “retrotrae al oscurantismo” y pidieron evitar la propagación de desinformación sobre orientación sexual e identidad de género en estos debates.
Un espacio desacralizado, pero simbólico
Los tres comunicados evidencian que el conflicto no gira únicamente en torno a la obra, sino al significado del espacio. Aunque la capilla funciona institucionalmente como un sitio cultural desde 1998, para parte de la ciudadanía conserva una carga espiritual que se reactivó con esta presentación.
Mientras el Municipio defiende que el lugar puede acoger arte contemporáneo, la Iglesia pide límites en su uso y los colectivos exigen que se respete la libertad de expresión.
El debate continúa abierto y refleja una tensión persistente en Quito: cómo gestionar espacios patrimoniales con pasado religioso en una ciudad cada vez más diversa culturalmente.