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Sexo Oral: algunos ecuatorianos le 'hacen el feo'

EXTRA identifica los cinco tabúes de los que más se hablan en los consultorios sexuales: masturbación, sexo oral, sexo anal, juguetes sexuales, BDSM... y esto es lo que dicen los expertos

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La insatisfacción sexual puede repercutir en la pareja.Imagen referencial

El sexo es visto como sinónimo de gozo y satisfacción. Sin embargo, las ataduras mentales por cuestiones religiosas o culturales limita, a veces, la plenitud su sexual.

Al consultorio de los sexólogos guayaquileños Nuria Vanegas y Rodolfo Rodríguez han llegado un sinfín de pacientes con ideas erróneas de cómo es el sexo. Los especialistas consultados por EXTRA enumeraron cinco prácticas sexuales que aún son un tabú para los ecuatorianos.

1. La masturbación es un pecado

En el campo de la sexología, la masturbación es la práctica sexual que guiará a que cada persona conozca los rincones más placenteros de su cuerpo.  Sin embargo, en Ecuador, esta actividad aún se asume como un secreto que está prohibido comentar, sobre todo para las mujeres. 

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“Ella tiene miedo de contarle a su pareja que sabe darse placer a sí sola con su mano o con juguetes”, explica Rodríguez. Según el sexólogo, el recelo que sienten algunas mujeres al  hablar abiertamente sobre la masturbación se debe a una línea de pensamiento machista arraigada en la sociedad, donde se les enseñó que deben mantenerse puras hasta que llegue un hombre que les enseñe lo que debe hacer en la cama, “muchas mujeres sienten la famosa culpa de tocarse y la que se toca y lo practica tienen mucho temor de decirlo”, agrega. 

En los varones esta práctica se ha naturalizado y se la comenta sin ataduras, no obstante, cuando se trata del gremio femenino, las personas no lo pueden asimilar. 

“Todas las mujeres que han crecido con este estigma de que no tienen que tocarse, porque deben ser pasivas, sienten culpa al masturbarse”,Nuria Vanegas, médica especializada hace 18 años en sexología.

La masturbación es una pieza fundamental en la vida sexual saludable de cada individuo, porque te regala un tiempo íntimo en el que reivindicas tu libertad sexual, “deben saber que dentro de mi mente que yo soy un ser sexuado y que debo reconocer mi cuerpo para poder estar abiertamente con alguien con quien voy a compartir mi vida”, acota la sexóloga. 

Los hombres también podrían ser señalados o mal vistos por masturbarse, estos casos se ven más en parejas que no aceptan que él se toque o tenga un estímulo sin que ella esté presente. Algunas mujeres lo toman como una infidelidad cuando, en realidad, se trata de un espacio para compartir consigo mismo.

2. El sexo oral es sucio

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A través del sexo oral las personas pueden alcanzar orgasmos intensos.Imagen referencial

Rodríguez resume este tabú en tres palabras: “les da asco”. Para sorpresa del experto, muchos de sus pacientes se  reprimen a estimular de forma oral los genitales de su pareja por el temor de algún mal olor, ciclo menstrual y hasta del vello púbico. 

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El problema no solo radica en el “temor” infundado que tienen las personas, este también está ligado en un acto machista, donde se busca solo el placer del hombre y no de la mujer. Cuando solo uno de los miembros de la relación disfruta de alguna práctica sexual, los problemas en el sexo comienzan a acentuarse. Por este motivo, Rodríguez aconseja a que los adultos se eduquen y aprendan sobre esta práctica que le regalará grandes orgasmos a su amante.

3. Los juguetes sexuales son competencia

Los juguetes sexuales pueden matar la monotonía, le da un picante extra y enciende la chispa de los amantes que, con su creatividad, ven la forma de disfrutarse con este plus. Pese a sus beneficios, los ecuatorianos temen aventurarse a probar nuevas sensaciones porque creen que usar objetos eróticos significa que no satisfacen a su pareja. 

“Con los juguetes sexuales se piensa que son reemplazos de la virilidad de los hombres o se ve menoscabada la capacidad del hombre si quieren usar juguetes”, explica Vanegas. La especialista detalla que, en el caso de las mujeres, cuando su pareja es el que tiene la iniciativa de experimentar, ellas asumen que son tratadas como un objeto: “sienten que las ven como prostitutas y dicen ‘conmigo no, porque soy una dama’”. 

Los juguetes eróticos también pueden ser vistos como piezas vulgares y sucias que no deberían estar en una relación sexual. Vanegas incentiva a que las parejas experimenten para que salgan de su zona de confort y no caigan en rutinas que repercutan de manera negativa en parejas que llevan muchos años juntas.

4. El sexo anal es "solo para gays"

“Hay una gran de cantidad de mujeres que tratan de estimular el punto P, cuando esto sucede los hombres las mandan al diablo”, cuenta Rodríguez. El tabú radica en los varones que piensan que recibir tocamientos vía anal los etiqueta como homosexuales. 

Cientos de terminaciones nerviosas se encuentran en la región anal de los hombres y, con la técnica correcta, pueden llegar a tener orgasmos explosivos gracias a su zona P, que es el equivalente del punto G en las mujeres, explica el profesional. 

“En el periné (está localizado entre el ano y el escroto) es una zona muy rica en terminaciones nerviosas y fibras musculares que, al ser estimulada correctamente es muy exquisita”,Rodolfo Rodríguez, sexólogo y vicepresidente de la Sociedad Ecuatoriana de Sexología y Educación Sexual.

En el caso de las mujeres se suele tener la creencia de que una penetración profunda en la zona anal logrará a que alcancen el orgasmo. Los sexólogos recomiendan que las personas exploren con el periné y la parte externa mientras se toca otras zonas erógenas para que lleguen al clímax.

Por otra parte, en las relaciones homosexuales también se tiene un mal concepto sobre el sexo anal. Muchos creen que el participante pasivo debe ser quien tiene el pene más pequeño, sin embargo, Rodríguez acota que es falso debido a que hay diferentes maneras de satisfacer al otro pese a que el miembro de la persona sea de menor tamaño.

5. Inexperiencia en el BDSM

Si el sexo se tratara de gastronomía, el BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo) sería un plato gourmet que toma un largo tiempo de preparación y concentración. Esta práctica sexual requiere de una capacitación de la anatomía humana y de la psicología de sexualidad para dar placer con los elementos que lo componen: sogas, mordazas, bolas chinas, látigos, jaulas, etc.

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El tabú entra cuando el hombre debe tomar la posición de ser el sumiso, quien va a ser guiado por la mujer. “Las personas tienen el miedo de cómo se van a sentir vulneradas”, explica Rodríguez. 

Los ecuatorianos malentienden el concepto del BDSM y piensan que esta actividad está ligada con infringir dolor, cuando se basa en dar placer a través de nuevas sensaciones.