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En grupos masivos de Telegram se coordinan encuentros en Guayaquil.Imagen generada con IA

Yajaira, Javier y su insólita vida como 'esposos cornudos unicornios' en Guayaquil

Pareja detalla cómo Telegram se convirtió en su puente hacia nuevas prácticas dentro del mundo swinger

Guayaquil, 27 de octubre de 2025. Veinticinco grados centígrados en una mañana apacible para la mayoría, pero no para los esposos Yajaira y Javier, de 32 y 38 años. Para ellos comenzaba otra jornada que, desde 2024, se volvió parte de su cotidianidad: la búsqueda de un single unicornio.

Este término se refiere a un caballero bisexual que se une a una pareja (hombre y mujer) para tener intimidad, con el objetivo de cumplir un fetiche particular que Javier descubrió y que Yajaira decidió acompañar.

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Ella es más que su esposa. Es su cómplice, su par y su sostén cuando se unen a otro hombre para cumplir su dinámica como “esposos sumisos unicornios”, un acto en el que ambos adoptan el rol de una mujer y son tratados como tal durante la relación.

La pareja, casada civilmente y sin hijos por decisión propia, se mueve con naturalidad en la frontera de estas prácticas. Lo hacen sin escándalo, sin culpas y con una premisa clara: todo se vive juntos o no se vive. Esa regla les ha permitido navegar un universo paralelo dentro del mismo Puerto Principal que recorren en su rutina laboral.

El mundo swinger se basa en reglas claras de respeto, comunicación y consentimiento entre todos sus participantes.Referencial - Canva

Una mañana cualquiera en Guayaquil y una búsqueda poco común

Esa mañana, después de horas de trabajo acumulado y el estrés de la semana, dejaron un mensaje en un grupo masivo y oculto de 1.627 personas en Telegram, dedicado a encuentros y eventos íntimos.

Allí, donde la privacidad se mezcla con el anonimato, lanzaron una invitación acompañada de una foto de ambos: “Queremos divertirnos esta noche. Buscamos un chico ‘single unicornio’. No debe pagar nada, solo debe estar dispuesto a todo”.

Cuando la propuesta rompió la sala de chat

Las reacciones no tardaron. El atractivo físico de Yajaira se convirtió en el primer ‘imán’ de la conversación: “Yo me uno, me encantaría estar con una mujer así”, “Díganme dónde nos reunimos”, fueron las primeras respuestas.

Pero cuando explicaron en qué consistía su dinámica como “cornudos unicornios”, un rol en el que el invitado debe estar dispuesto a satisfacer a ambos como mujeres, varios entusiastas dejaron de responder. La curiosidad inicial se diluyó ante algo que pocos entendían y menos estaban dispuestos a explorar.

Aun así, como ellos mismos contaron a EXTRA, apareció un joven de 25 años, bisexual, inexperto pero abierto a aprender, con quien compartieron una “velada divertida y agradable” entre las 21:00 y la 01:00 en un motel de la ciudad.

Tras unos tragos y una conversación para conocerse, ella se colocó lencería sexy, ellos se quedaron en ropa interior y bajaron la intensidad de las luces para empezar.

Aseguran que lo importante no fue la intensidad, sino la disposición y la química: “Es difícil encontrar gente con la que puedas vivir esto sin prejuicios. Él fue sincero y lo bueno es que se dejó llevar. Aunque tuvimos que decirle lo que debía hacer, fue una experiencia muy divertida, la cual repetiríamos con él”, contaron.

Del prejuicio al pacto

Lo sorprendente no es solo lo que hacen, sino cómo llegaron allí. Yajaira lo relata con absoluta naturalidad, aunque admite que no siempre fue así. Llevaban ocho años de matrimonio y cinco de noviazgo previo: una relación estable, convencional y sin grandes sobresaltos.

El single unicornio debe estar dispuesto a satisfacer a una pareja de esposos como si ambos fueran mujer.Archivo

“Hasta 2022 nunca habíamos hablado de nada fuera de lo tradicional”, recuerda. Su vida íntima era la de una pareja común, con alguna travesura ocasional como las relaciones en el carro, pero nada más. Por eso, cuando Javier le propuso ingresar a un grupo swinger, su primera reacción fue el desconcierto.

Del desconcierto al pacto: el origen del fetiche

“Pensé que quería estar con otra mujer porque se aburrió de mí”, confiesa entre risas Yajaira. Durante días no pudieron tener intimidad, pero finalmente ella aceptó acompañarlo para entender qué le llamaba tanto la atención.

Su primera fiesta swinger fue casi cinematográfica: 20 personas en un departamento, de todas las orientaciones. Ellos solo observaron, pero quedaron impactados por la libertad y naturalidad del ambiente. Una pareja de esposos compartiendo con un hombre los marcó. “Ahí entendimos que las reglas las pone cada pareja”.

Asistieron algunas veces más. Vivieron tríos, intercambios de pareja y orgías. Todo consensuado, claro y sin secretos entre ellos.

Hasta que Javier confesó aquello que llevaba guardado: su fetiche de ser un “esposo cornudo unicornio”, una variante poco común dentro del ‘lifestyle’ sexual. Yajaira volvió a quedarse en silencio.

Esta vez pensó que tal vez a su esposo le atraían los hombres. Pero el diálogo, largo y honesto, pesó más que el miedo. “Lo haría solo porque eres tú y porque te amo”, le respondió ella.

Aprendizaje, miedo y complicidad en pareja

La primera experiencia con un hombre no fue sencilla. No estuvieron cómodos, él se sintió vulnerable y Yajaira no sabía cómo reaccionar. Pero lo que para otros habría sido motivo de ruptura, para ellos fue el punto de partida de una nueva confianza.

“Primero fue difícil verlo con otro hombre, pero después de esa noche, en vez de alejarnos, hablamos más que nunca, nos divertimos más en las relaciones”, dice ella. Y desde 2024 comenzaron a vivir esta faceta como un ritual de pareja: observar, elegir juntos, acordar límites y actuar solo si ambos están cómodos.

En la actualidad, forman parte de varios grupos ‘fantasma’ en Telegram, donde coordinan encuentros con singles dispuestos a una dinámica que pocos conocen, pero que ellos han asumido como una expresión de libertad mutua.

El secreto, aseguran, no es el fetiche. Es la complicidad. “Lo hacemos juntos, siempre juntos. Y si un día uno de los dos ya no quiere, se acaba”, explica Yajaira.

Romper moldes en una ciudad conservadora

En una ciudad conservadora como Guayaquil, donde las apariencias pesan y los prejuicios duelen, la historia de esta pareja destaca por una razón esencial: se han elegido una y otra vez, incluso cuando sus deseos han cambiado.

Yajaira recalca que, más que la esposa de Javier, es la mujer que decidió caminar con él por la ruta menos transitada; entenderlo, acompañarlo y, sobre todo, construir un matrimonio en el que la confianza sea más fuerte que cualquier tabú.

Con esta premisa, ella destacó que, junto a su esposo, seguirá experimentando en el mundo de la intimidad hasta que consideren que “ya es suficiente” y sea el momento de buscar ampliar su familia con su primer hijo.

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