La vida de Dayra Miquinga y su pequeña familia cambió en cuestión de segundos y lo perdió todo. A las 12:17 del 29 de octubre, mientras terminaba de alistar a su bebé de un año, escuchó los gritos desesperados de su madre: “¡Se quema la casa!”.

Lo que parecía un accidente doméstico terminó convirtiéndose en una pesadilla que consumió su casa entera, en Tabacundo. Ella, su madre y sus dos hijos quedaron atrapados entre el humo, las llamas y una puerta que no lograba abrirse.

Un incidente mortal

El fuego avanzó con brutalidad. La vivienda, construida de bahareque y carrizo, ardía como una caja de fósforos. El cuarto del bebé fue el primero en ser devorado, luego la cocina y, en segundos, la humareda llenó toda la casa.

Sin llaves, desorientadas y sin respirar bien, madre e hija gritaban por ayuda. Pero los vecinos no escuchaban. “Yo pateaba la puerta, rompí un vidrio, gritaba que bajen al bebé… y nada”, recuerda Dayra.

Cuando todo parecía perdido, un grupo de vecinos subió con extintores y una escalera por el balcón. Rescataron primero al bebé, luego a la madre de Dayra. Ella fue la última en bajar. Llevaba apenas el pantalón puesto, la toalla en la cabeza, el brasier a medio abrochar. Salió como pudo, envuelta en humo, sin entender aún que estaba dejando atrás todo lo que había construido con sacrificio.

“Mi casa se consumió como papel”. Según ella, los bomberos tardaron 35 minutos en llegar. Para entonces, ya no había nada que salvar. No recibieron primeros auxilios y la ambulancia también llegó tarde. Lo único que quedaba era mirar cómo su hogar se deshacía en cenizas.

Una serie de problemas

Vivieron un año y tres meses allí, una etapa marcada también por una tragedia previa. El esposo de Dayra falleció en un accidente de tránsito el mismo día que se mudaron.

Las siguientes noches fueron otro calvario. Nadie quería arrendarles una casa. Pasaron cuatro días en un asilo de ancianos y luego seis más durmiendo en el patio de una vecina, sobre una colchoneta. La ayuda institucional nunca llegó.

La situación golpeó también a su hijo de 15 años. El chico perdió todos sus cuadernos, uniformes y materiales. Ahora está retrasado, en proceso de nivelación en un colegio de Quito. El psicólogo que los atiende le advirtió que el adolescente tiene miedo de que se burlen de él al enterarse de la tragedia.

Hoy la familia vive en una casa de acogida. Poco a poco han recibido víveres, ollas, pañales y algunas cosas necesarias para empezar de cero. Ella está a punto de graduarse como técnica en enfermería, pero por ahora debe encontrar un trabajo que le permita cuidar a su bebé mientras lucha por estabilizarse emocional y económicamente.

Concierto benéfico

En medio del dolor, una luz se encendió desde su otro mundo: la cultura Hip Hop. Dayra es MC, igual que su hermana. Al enterarse de la tragedia, la comunidad artística organizó un concierto benéfico para ayudarla. 

Será el 29 de noviembre, en el Territorio Okupa Mestizx, en Miraflores. La entrada cuesta tres dólares e incluye números de rifas con premios donados. Todos los artistas participan sin cobrar un centavo. “Ojalá vaya bastante gente porque cada entrada es una ayuda”, dice.

A pesar de tantas pérdidas, Dayra mantiene la fe. “Soy cristiana. Sé que Dios me está poniendo pruebas, pero también me manda personas que llegan a ayudarnos”, asegura. Entre cenizas y lágrimas esta joven madre, artista y luchadora camina hacia la reconstrucción de su vida.

¿Cómo ayudar a la familia?

Las personas que deseen apoyar a la familia damnificada pueden hacerlo mediante aportes económicos o donaciones. Para coordinar la ayuda, pueden comunicarse con Dayra Miquinga al celular 0939445770.

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