Adolorida, con el rostro surcado por moretones frescos y el cuerpo magullado, Evelyn Sigche se negó a acatar la orden médica de reposo absoluto.

Lo que el doctor le recomendaba como descanso, para ella era un tormento. Evelyn, de solo 17 años, no quería curar sus heridas físicas, sino abrazar desesperadamente a su "primer amor", a su pequeño bebé de apenas ocho meses, a quien el imprevisto suceso en la vía se lo había arrebatado para siempre.

Evelyn era una de los cerca de 60 pasajeros que ocuparon la mañana del fatídico domingo 16 de noviembre el bus disco 30 de la Cooperativa Ambateñita, con destino a Simiatug.

Subió junto a su bebé, su hermano y su cuñada. De los cuatro ocupantes que compartían el mismo bus, solo ella sobrevivió al horror

El reloj marcaba cerca de las 12:00 del mediodía cuando ocurrió el volcamiento en el sector Gerrana, a 15 minutos de Simiatug, provincia de Bolívar.

El dolor lacerante de sus golpes, producto del impacto, no era nada comparado con el vacío inmenso de perder a su único hijo.

Más de 17 horas de espera

Una vez que recibió el alta en el Hospital Docente de Ambato, Evelyn no fue a casa, sino directamente al Centro Forense. Ahí, en medio de un frío palpable que iba más allá del clima, esperó largas horas hasta las 11:30 de la mañana del lunes 17 de noviembre.

Finalmente, le fue entregado. 

La víctima más joven de la tragedia, su bebé, salió del Forense en un pequeño y desolador féretro blanco. Acompañada de familiares y amigos, Evelyn subió a la camioneta que los llevaría hasta la parroquia Santa Rosa. 

En el mismo vehículo, custodiados por el silencio del luto, viajarían los cuerpos de su hermano y su cuñada, que se sumaron a la dolorosa lista de las 22 víctimas mortales confirmadas hasta el mediodía del lunes.

Entre los fallecidos también se encontraba Gilberth Ayme, quien no solo era el conductor y dueño del bus, sino un pasajero más de la fatalidad.

Él viajaba junto a su esposa, su hijo y su cuñado con destino a Simiatug. Todos, sin excepción, perecieron en el siniestro, una tragedia que arrasó con familias enteras.

Las familias esperaron más de 17 horas para poder retirar los cuerpos de sus seres queridos del Centro Forense de Ambato, eso agudizó aún más el dolor.

Dolor y solidaridad

Decenas de personas, oriundas de Simiatug, parroquia del cantón Guaranda, pasaron la fría noche del domingo y la madrugada del lunes en las veredas del Hospital Docente de Ambato y el Centro Forense.

El hospital recibió a 45 víctimas del accidente; de ellas, nueve murieron en el transcurso de la noche y solo ocho han sido dadas de alta. El resto sigue hospitalizado, algunos en situación crítica tanto en esta casa de salud, como en otras privadas y en Guaranda.

José Tixilema, dirigente del Gobierno Parroquial de Simiatug, lo resumió con voz entrecortada: "La parroquia está de luto. Nunca hemos vivido una tragedia de esta magnitud."

En medio de la aflicción, brilló la solidaridad. Ciudadanos ambateños acudieron con comidas, cobijas y agua para los deudos.Se gestionó la donación de los ataúdes para las 22 víctimas. Las autoridades de varias provincias acudieron a Ambato para brindar apoyo logístico y reforzar la atención en el hospital.

El prefecto de Tungurahua, Manuel Caizabanda; la alcaldesa Diana Caiza; la prefecta de Cotopaxi, Lourdes Tibán; y autoridades de Bolívar y Guaranda, se unieron para ayudar a los deudos con los trámites de ley y coordinar los traslados.

Después del mediodía, la caravana del dolor comenzó a formarse. Los primeros ataúdes, incluyendo el pequeño cofre blanco del bebé de Evelyn, iniciaron un lento recorrido.

Diez de las 22 víctimas fueron trasladadas a Huachi Grande y Santa Rosa (Ambato), los otros a Simiatug, donde recibirán el último adiós, llevando consigo el recuerdo imborrable de la ruta Ambato-Simiatug, ahora marcada con sangre y luto.

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